La luz del sol de mediodía cae en haces a través de las espesas ramas de los árboles que delimitan el camino. Su fronda logra aliviar el asfixiante calor que todavía persiste en los últimos días de la estación de Ragniar, pero sabes que esta agradable tregua no se alargará mucho más.

Si bien llevas viajando más de un mes, los últimos tres días han sido especialmente duros. Las tierras del centro de Media Esuarth son páramos áridos por los que tan solo sopla un viento cálido y seco proveniente del oeste. Tu cuerpo está sudoroso y tu espalda se resiente debido al peso de tu mochila. En ella se encuentra, seguro y bien atado, el objeto que te han encomendado custodiar.

A lo lejos ya puedes intuir tu destino: el Yunque de Sior, la cordillera montañosa más impresionante de Media Esuarth. Sus cumbres se alzan atravesando las nubes blancas e intentando llegar a tocar al Dios del cual toma su nombre. Sabes que en su falda te espera la ciudad-fortaleza conocida como Puerta de las Tormentas. La ascensión hasta sus enormes puertas metálicas no será fácil, pero a estas alturas no será el camino el que te impedirá llevar a cabo tu misión.